Durante una cena entre el obispo y don Matteo, el sumo clérigo le pide que sustituya a don Gustavo, el capellán de la prisión, que se encuentra enfermo. Estando en la cárcel, don Matteo se relaciona con algunos presos que le cuentan su antigua vida y poco después uno de los presidiarios es asesinado. Las sospechas caen sobre Pascetti, que no tiene coartada y le puede caer cadena perpetua, pero don Matteo cree en su inocencia mientras busca pruebas para encontrar al verdadero asesino.